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4 de diciembre de 2011

Vampire Academy

Título: Vampire Academy (Vampire Academy I).

Título original: Vampire Academy.

Autora: Richelle Mead.

Editorial: Alfaguara, México, 2010.

Y va de...
Sí bueno, hacer una reseña de Vampire Academy parece de más. Se ha convertido en una saga tan de culto, que prácticamente los detalles del arranque de la historia parecieran estar programados en nuestros cerebros, como información innata, a modo de las reminiscencias platónicas, y sólo resta acabar de “recordar” el gusto por ella. De hecho, más apropiadamente me parece que el título de esta entrada debiera ser: “Vampire Academy y yo”, pues el propósito es más bien confesional. Pero como de todas formas pienso decir algo al respecto y al fin y al cabo qué más da otra raya tigre, aquí va:

Hay de vampiros a vampiros. Dos polos de una misma especie. Los strigoi están realmente muertos; matan para beber sangre, son poderosos, violentos e inmortales. Los moroi en cambio están vivos y son mortales. Nacen y se integran a una sociedad de élite organizada de tal modo, que satisfacer su necesidad de sangre no sesga ninguna vida. Sus habilidades supra humanas no se comparan con las de los strigoi, pero a diferencia de éstos, son capaces de manejar la magia, aunque jamás la utilizan como un arma. Si de armas hablamos, ellos cuentan con una muy efectiva: los dhampir. Mitad humanos y mitad vampiros, los dhampir son los protectores y guardaespaldas de los moroi; su entera existencia está orientada a ese fin y la razón estriba en que necesitan a los moroi para reproducirse. Si éstos se extinguen, también lo harán ellos.

En el medio de este mundo, tenemos a Rose Hathaway, una dhampir de 17 años, impulsiva, decidida y temeraria, quien se ha jurado proteger a toda costa a su mejor amiga, Lissa; la última descendiente de los Dragomir, una de las familias reales moroi. Durante dos años, han estado huyendo y escondiéndose de los guardianes de St. Vladimir, una Academia para moroi y dhampir de la cual escaparon. Sin embargo, en una operación por demás contundente, son capturadas por un grupo de guardianes liderados por un dhampir alto, atractivo y endiabladamente hábil: Dimitri Belikov.

De regreso en la Academia, les leen la cartilla de manera monumental. La directora le suelta a Rose que se vaya olvidando de convertirse en la guardiana de la princesa Dragomir; debido a la gran imprudencia y estupidez que cometió al llevársela de ahí, su nuevo protector será Belikov y ella se puede dar por expulsada. Sin embargo, en el último momento –y gracias a la inesperada intercesión de éste-, consigue obtener una última oportunidad: tendrá que ponerse al día en su formación sin causar ningún tipo de problemas, además acudir a prácticas extra antes y después de clase nada más y nada menos que con el guardián Belikov. Si falla, estará fuera.

Ahora, el futuro de Rose pende de un hilo. Tendrá que dar lo mejor de sí para controlar su naturaleza impulsiva, cumplir con la demandante carga académica de St. Vladimir y dar el ancho en el aún más demandante entrenamiento con el serio y formal guardián Belikov. Todo esto mientras intenta mantener protegida a Lissa, pues la amenaza que las hizo huir de ahí en el pasado puede no haber desaparecido del todo. Es entonces cuando necesitará aún más valerse del extraño vínculo que las une; uno como no se había visto en entre guardian y su moroi en mucho, mucho tiempo. Y es que Lissa no es una moroi cualquiera; existe algo en su naturaleza que la hace diferente; algo que tendrán que descubrir y aprender a manejar poco a poco.

Y el veredicto es...
Pues positivamente puedo decir que está en un término medio. Ni para tirarla al fogón, ni para ponerle un altar.

Vampire Academy y yo tenemos una historia más bien no muy afortunada. Hace un buen rato, me leí los primeros capítulos y las cosas no funcionaron. ¿La razón? El frío-caliente de Lissa y Rose. Al cabo de unas páginas me quedó claro que Lissa era como Saori Kido; alguien que sólo estaba ahí para sufrir y llenarlo todo de odas a su sufrimiento y fragilidad. Sólo de imaginar que tuviera que aguantar toda una novela con una amiga tan en plan de damisela sosa y desvalida, me daba el fastidio completo. Y para colmo, sumar a eso que la protagonista pareciera idolatrar por sobre todas las cosas a esa amiguita suya, me dejó ver de inmediato que no tenía la resistencia para soportarlo. Con el tiempo, la primera mala impresión se fue enturbiando aún más, al punto de que la saga estaba incluida en mi lista de lo que no leeré ni a golpes.

Ahora que el destino quiso que le diera otra oportunidad, me alegro decir que ya no pertenece a ese cajón. Me he dado cuenta que, como dije al principio, en realidad sí me agrada la novela, aunque no al punto de volverme incondicional. Y por si hay otros que se encuentren en la misma situación que yo, ahora mismo paso a largar mis:

Buenas razones para salvar a Vampire Academy, a pesar de una primera mala impresión (o cómo superar el gran incordio inicial llamado Vasilisa Dragomir).
  • Para empezar, Rose es una protagonista divertida y molona. Tiene lo suficiente para arreglárselas ella solita, con sólo las dosis de ayuda que todo aquel que no sea un Dios, necesita. Es agradable mirar por encima del hombro de una chica que se las compone para dejar suelta a su cabra loca interior, a la vez que maneja las cosas con inteligencia y agudeza… bueno, la más de las veces. Con Rose tendremos a una protagonista contestataria, decidida, aguda, sarcástica y valiente; lo que compensa bien el detallito de la debilidad de carácter de su amiga.
  • Por otro lado, he de decir que Lissa no es tan sosa como uno piensa. Sigue siendo Saori Kido, la angelical e inútil princesa alrededor de la cual trinan los pajarillos, pero también tiene una veta enfurruñada y decidida que la salva de resultar insufrible. Viéndola con amabilidad, hasta tiene sus momentos.
  • Contrario a lo que se pensaba, la trama no es una oda a la princesa Dragomir y sus sufrimientos múltiples. Hay mucho, mucho más que eso. Tenemos intriga, acción, romance y un día-a-día en la Academia St. Vladimir muy  entretenido, con los clásicos juegos políticos, profesores demandantes y compañeros variopintos. Además, el mundo vampírico creado por la autora es una buena pieza para sumergirse: los moroi son capaces de controlar la magia de los cuatro elementos, hay familias reales y todo un estilo de vida en el que la formación de éstos y los dhampir, está estrechamente relacionada. Acuden a las mismas academias, comparten algunas clases y la vida social está a pedir de boca.
  • Por supuesto, está también la tensión entre Rose y el guardián Belikov. Uno no se la pasa nada mal acudiendo con Rose a las sesiones de duro entrenamiento, ni admirando la destreza y lindura de cuerpo de su mentor, tan serio él. Que se trate de un hombre de 24, duro, distante, habilidoso y guapo, lo torna sexy; razón sobrada para arrellanarse mejor en el sofá en las escenas que aparece, para una lectura más cómoda.
  • Otro punto a destacar es sin duda, Christian Ozzera. Me encantó el personaje: su aura oscura, rebelde y marginada vino a compensar otro tanto las partes donde entra a cuadro Lissa. Siempre he tenido debilidad por los chicos como ese. El descrédito que tiene ante los ojos de los demás moroi de sangre real, su habilidad para manejar no muy inofensivamente su especialidad mágica y sus comentarios directos, le valieron que me cayera muy bien y hasta deseara ver aparecer a Lissa, con tal de que darle otra miradita al hombre.

En suma, yo le veo potencial. Es una novela entretenida, divertida, dinámica, interesante y que deja ganas de leer másNi ha de hacer falta que los conmine, pero adelante, darle una oportunidad no es ningún desperdicio.

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